miércoles, 8 de agosto de 2007

Entrevista a Ángel Quintana


Anwar Dawwas
Publicado en Diagonal periódico. Madrid, enero de 2007.

Ángel Quintana es profesor de Cine de la Universidad de Girona y colaborador del Cultura/s de ‘La Vanguardia’. Durante el Festival de Cine de Gijón charlamos con él.

Con el nivel de exposición a la violencia real en el que vivimos, ¿cómo piensas que debe tratar el cine la violencia?
El problema de violencia en el cine es si se deben mostrar las imágenes o no. Soy partidario de cierta representación de la violencia. El cine de la crueldad de Rossellini: “Es preciso que el cine sea cruel para mostrar la crueldad del mundo”. Si no, viviríamos en una especie de paraíso rosa. Está muy bien que después de la Segunda Guerra Mundial, en Roma ciudad abierta, se muestre la tortura mientras que Fred Astaire está bailando el bim bam bum. Forma parte de un cine que tiene que ser cruel. La otra cuestión es la banalización de la violencia. Estamos en un momento en el que podemos comer y cenar con las ejecuciones de Iraq. ¿Hasta qué punto esta banalización genera cierto tipo de actitudes que no reflexionan sobre la moralidad de la imagen? Esto lo separaría del gore, que es el grand guignol, la parodia grotesca...
Lo que me preocupa es cuando se hace mística del sufrimiento, como hemos visto en La Pasión de Cristo. Cuando empiezan a saltar cabezas en una película gore no tiene relevancia, en cambio cuando Mel Gibson hace esto está reivindicando un modelo de doctrina cristiana basado en el sufrimiento, una tendencia medievalista a la religión que conecta con el Opus Dei, los Legionarios de Cristo...

Frente a la utopía orwelliana, caminamos a una banalización absoluta, un futuro más dominado por el culto a la tontería que por el totalitarismo.
Esto es verdad, de las dos grandes utopías, Gran Hermano (GH) y Mundo Feliz (MF), la que ha acabado triunfando es el Mundo Feliz. GH se escribió a finales de los treinta, y MF se escribió después de la Segunda Guerra Mundial, la diferencia es sustancial. Antes de la Guerra el peligro es el totalitarismo y después el peligro es el nacimiento de la sociedad de consumo. En este sentido Huxley es más anticipador, prevé que se acaban los totalitarismos y se impone un mundo feliz. Empieza con los milagros económicos europeos, la sociedad del bienestar y acaba con la sociedad de consumo. La idea de vivir felices pero engañados. La idea posmoderna de que todo es divertido y todos nos lo pasamos muy bien.

¿Qué cambios puede suponer el acceso masivo a las cámaras digitales?
En los años del auge del vídeo todo el mundo decía “el vídeo tiene grandes posibilidades, el vídeo es la hostia” y ¿para qué ha servido? Para filmar bodas y bautizos. El cine más libre de toda la historia es el cine amateur, tienes una cámara, no tienes ni presupuestos ni productores. En cambio, es el cine en el que más se parece una película a otra. El problema no es que haya muchas cámaras, sino qué uso se les da. Lo que filma la gente con sus cámaras es a sus niños y las fiestas del colegio. Está intentando capturar una cierta idea de la felicidad que es diferente a la real. ¿Por qué se sacan fotos en las bodas y bautizos y no en los entierros? Se intenta crear una imagen paranoica de un mundo feliz.

El cine ha absorbido de los videojuegos ciertas estructuras e imaginería, pero la raíz del videojuego es la participación, la interacción. Experimentos como Serpientes en el avión (que fue retocada tras leer la opinión de los internautas) o D-Dag, ¿suponen un nuevo rumbo o son productos anecdóticos?
El cine no permite la interactividad, prefiero que me cuente una historia Coppola a contarla yo, porque Coppola lo va a hacer mejor. Los videojuegos están básicamente cambiando las estructuras narrativas, las formas de construcción del relato. Ha aparecido el relato por capas, el personaje va superando pruebas; o por ejemplo, la proyección del paisaje como laberinto. Todo esto forma parte de cierta estética de los videojuegos que ha entrado en el cine de consumo. Serpientes en el avión no permite jugar, sino que utiliza elementos que conectan con el público adolescente.

Hollywood ha integrado la cultura adolescente, el cómic, el videoclip... ¿hacia dónde se dirige?
Hollywood se ha dado cuenta de que fórmulas de otros ámbitos, ya sea cine independiente, cómic u otros ámbitos periféricos estaban creando una cultura adolescente que Hollywood no entendía. Al ver que generaba sus propios productos, Hollywood la acabó integrando. Ahora el modelo Sundance de cine independiente está en crisis, no funciona. Lo más interesante lo ha absorbido Hollywood: Shyamalan, Fincher, Paul Thomas Anderson... están en el sistema, actualmente se hacen películas más raras en Hollywood que en Sundance. Esto justifica películas como Sin City. Sin City choca estéticamente con la producción de Hollywood y conecta con una cultura adolescente que ya no se basa en la parodia o pastiche del cine negro, sino que hace cine negro y lo entierra al mismo tiempo. Sin City lleva hasta el límite el cine negro para ponerlo en crisis. Estos procesos de llevar las cosas al límite son habituales, ahora se están viendo en el teatro, pienso en Calixto Bieito, Rigola... adaptan a Shakespeare al mundo contemporáneo, ridiculizan y matan a Hamlet para acabar mostrando sus mecanismos.

¿La posmodernidad, más que parodiar y distanciarse, juega con los límites de lo real?
Se insiste mucho con la posmodernidad como parodia, pero yo entiendo que la parodia es muy lejana. Don Quijote era parodia de las novelas de caballería. La parodia es sustancial a las artes y los géneros. Lo que hace la posmodernidad y en cierta forma el cine contemporáneo es jugar con los límites, convertir personajes en personajes límite, por ejemplo el travestido y la monja en Almodóvar. Almodóvar triunfa porque juega con contrastes que nadie había utilizado. Pone en contacto dos personajes antagónicos, dos personajes de mundos extremos y mundos que no habían sido visibles. Juega con los extremos para acabar creando una obra clásica. La otra idea fundamental es hasta qué punto el cine está poniendo al límite algunas cosas. La idea de relato se pone en crisis (podemos empezar la historia al revés, contar historias fragmentadas, romper el rompecabezas y obligar al espectador a reconstruirlo...), pero también se pone en crisis la verosimilitud. James Bond en los años sesenta ya ponía en crisis lo verosímil inaugurando un modelo de cine-espectáculo. En los últimos años el verosímil salta bastante más, ya no nos importa que el héroe no pueda hacer aquello, lo que queremos es ver lo que el héroe no puede hacer. El mundo circense funciona todavía.


La encrucijada del cine español

¿Cómo ves la situación del cine español?
El año pasado la corriente mayoritaria era el realismo tímido de Los lunes al sol, Mar adentro... Ahora hemos pasado a las grandes producciones, la vuelta al ‘europudding’, un modelo de cine espectáculo europeo para conquistar los cines multiplex. Frente a esto hay otra línea intermedia que parece amenazada de muerte. Los multiplex ya no quieren productos medianos. Luego hay otras fórmulas, ¿de dónde surgen? De donde no hay industria y de sectores marginales. El ejemplo de Madrid y Barcelona, una ciudad con industria y otra sin ella. Se busca la coartada del documental no desde la doctrina del documental fuerte sino ante la imposibilidad de rodar ficción, porque no hay industria, no hay presupuestos y se termina haciendo otro tipo de cine más abierto. Otra fórmula es la de Javier Rebollo (Lo que sé de Lola), que busca una factura más europea para sacarse de encima la gran losa del cine español, el costumbrismo.

Bibliografía de Ángel Quintana
Roberto Rossellini, Cátedra, 1995
Mediación y Transparencia. Un método didáctico para la utopía televisiva de Roberto Rosellini, Episteme, 1996
El cine italiano 1942-1961. Del neorrealismo a la modernidad, Paidós, 1997
Jean Renoir, Cátedra, 1998
André Bazin. Jean Renoir, Paidós, 1998
James Agee. Escritos sobre cine, Paidós, 2002
Fábulas de lo visible. El cine como creador de realidades, Acantilado, 2003
Olivier Assayas, líneas de fuga, FICG, 2003
Peter Watkins. Historia de una resistencia, FICG, 2004
Rossellini, la herencia de un maestro, IVAC, 2005

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