El veterano documentalista presenta su trabajo sobre el mundo que rodea al cabaré parisiense Crazy Horse
Toni García - Venecia - EL PAÍS, 06/09/2011
Frederick Wiseman (1930, Boston) es uno de los documentalistas más célebres y también uno de los más activos. A lo largo de su carrera ha firmado más de 40 piezas en todos los ámbitos de la vida y nunca ha dejado de perseguir los temas que le interesaban y sobre todo "los relacionados con eso tan frágil que es el cuerpo humano".
Con esa particular brújula creativa en ristre, Wiseman firmó el que -probablemente- es su trabajo más famoso, La danza-el ballet de la Ópera de París, cuyo título es bastante esclarecedor y que reflejaba las vicisitudes de un grupo de bailarinas de la capital francesa. El director vuelve ahora al lugar del crimen con Crazy Horse, nombre del famoso cabaré parisiense fundado en 1951 y uno de los más célebres del mundo, parada obligatoria para los amantes del género. "No me interesa para nada la historia del cabaré, solo me interesaba el Crazy Horse", recalca un Wiseman de rostro circunspecto y cuyo humor parece estar algo desafinado, quizás producto de las circunstancias: llueve con intensidad en el Lido de Venecia, la entrevista con EL PAÍS se produce a cubierto pero en un chiringuito sumamente ruidoso, y los curiosos le miran como si acabara de bajar de un platillo volante. "La próxima vez deberíamos buscar otro sitio para hablar", dice el director gritando. A pesar de todo, Wiseman insiste en seguir conversando: "Mira, este es mi cuarto trabajo sobre el mundo del ballet, así que puedo decir que lo que siempre me ha interesado, la base de mis documentales, es el cuerpo humano. Cómo lo usan las bailarinas como método de expresión, los soldados como herramienta de ataque; cómo los monjes y en general todos aquellos que se recluyen en monasterios niegan de alguna manera su propio cuerpo... Si tuviera que discernir cuál es el núcleo transversal que recorre mis películas ese sería: el cuerpo. De todas formas, mi aproximación a cada pieza no responde a un patrón común". Al documentalista no le gusta que le llamen así ("No distingo entre documentales y películas, solo sé si me gustan o no") y reconoce no prestar atención a otros compañeros de formato, excepto a Errol Morris: "Me encanta su trabajo; es uno de los mejores del mundo".
Crazy Horse es un documental (aunque Wiseman se enfade) sobre los dimes y diretes de las rectilíneas empleadas del establecimiento, a las que el director mira a veces con los ojos del simple observador, mientras que en otras (como su visita a los camerinos) su mirada parece más la del voyeur que hunde sus retinas en los cuerpos desnudos de las bailarinas. Rodado con perfecta invisibilidad, la cámara del bostoniano se infiltra en las huestes del cabaré con suma facilidad, las sigue y también las quiere y desea. "Me interesan las personas, eso es lo único que siempre me ha interesado. Creo que el Crazy Horse es un local único y que sus bailarinas son seres excepcionales. Me interesaba acercarme a ellas y contar su historia", dice el veterano cogiendo su bolsa. Y antes de meterse en una furgoneta suelta: "Llevó aquí una semana y aún no he pisado Venecia. ¿Tú crees que es normal?".
martes, 6 de septiembre de 2011
jueves, 10 de febrero de 2011
ENTREVISTA: JOAQUIN PHOENIX Actor
"Que la aspiración máxima de un actor sea ganar el Oscar es descorazonador"
EL PAÍS. Toni García - Barcelona - 10/02/2011
El superdotado protagonista de En la cuerda floja y La noche es nuestra relata, en esta entrevista exclusiva para España, su experiencia de verdades y mentiras en el documental I'm still here.- El documental estará en Canal+ y ahora en Canal+ Xtra (dial 7 de Digital+) se puede ver un extracto de 5 minutos
Joaquin Phoenix (1974, Puerto Rico) no fue siempre un mentiroso, aunque tenía aptitudes. El intérprete, famoso tanto por su talento como por sus berrinches, había optado dos veces al Oscar, participado en taquillazos como Gladiator, Señales o En la cuerda floja y conquistado a los cinéfilos con películas como Two lovers o La noche es nuestra.
Sin embargo, como esos eternos insatisfechos que solo encuentran consuelo en despeñarse de vez en cuando, Phoenix decidió ir un poquito más allá y hacerse pasar por sí mismo. Así nació I'm still here , un proyecto a medias con su cómplice habitual, Cassey Afleck. En un infierno de pega con fuego de verdad Affleck y Phoenix se dan un atracón de cinéma vérité con vocación de reality show, una majadería deliciosa para paladares inquietos.
El actor, como el viento, funciona a ráfagas y nunca se sabe de dónde sopla, así que cuando el teléfono suena y una voz desde Los Ángeles dice "¡hey tío, soy Joaquin, ¿qué tal?!", se deduce que la ausencia de publicistas e intermediaros responde a la idea del actor de lo que debe ser un proyecto personal e intransferible: si hay que hacer entrevistas, pues se hacen. Ya ningunearemos al personal en otro momento.
Han pasado ya unos meses, ¿no se arrepiente usted de haber montado todo este circo?
Pues no, la verdad es que estoy muy contento de cómo ha ido todo el proceso y puedo decirte que he aprendido más sobre actuación naturalista en I'm still here que en cualquier otra película que haya protagonizado en el pasado. Casey y yo siempre quisimos hacer una película juntos, algo que pudiéramos controlar de principio a fin. Creo que el resultado es justo lo que queríamos.
Entonces, ¿no teme por el resto de su carrera?
Mira, creo que el esfuerzo valió la pena. La vida y las carreras son largas y hay que lidiar con toda clase de cosas y esta película es un reflejo de esa filosofía. Además, con I'm still here he reactivado mis ganas de actuar, de interpretar, algo que de alguna forma había perdido. De hecho, esta película es el resultado de esas conversaciones en las que Casey y yo decíamos "tío, esto es una porquería, deberíamos dejarlo todo y perdernos por ahí" (risas). Lo que pasa es que al final de esas conversaciones siempre acabábamos hablando de la jubilación, y francamente, el retiro nos sonaba mal.
¿Así empezó la cosa? ¿Hablando de jubilarse?
Bueno, fue algo más complicado: hablamos durante años de la posibilidad de hacer algo juntos y nos gustaba la idea de encontrar un cruce de caminos entre cantantes y actores, nos fascinaba cómo la línea que separa esos dos conceptos se ha borrado completamente y discutíamos todo el rato de cómo construiríamos el personaje. Un día llegamos a un punto absurdo: ¿qué pasaría si el personaje fuera yo y en lugar de llamarle por otro nombre le pusiéramos el mío, vamos, que el tipo se llamara Joaquin Phoenix? La idea nos pareció al mismo tiempo perversa y divertida, y sobre todo peligrosa, muy peligrosa. Esa fue la semilla del proyecto.
Pero lo cierto es que el damnificado es usted...
No vamos a pensar en mí, el personaje se llama Joaquin Phoenix y eso es todo. Si miras Seinfeld o Curb your entusiasm, de Larry David, lo que ves es a esos tipos haciendo personajes con sus propios nombres, con lo cual te obligan a establecer una relación distinta con ellos. Me daba mucha envidia el concepto, igual que cuando veía el show de Sara Silverman, ese personaje que Sara se había construido fue una inspiración: esa parte oscura, la libertad que conlleva poder ser tú mismo. Era un concepto genial.
Pero ¿qué pretendían?
La gente lo procesa de forma distinta, Casey y yo lo encontramos muy divertido pero la experiencia puede ser diferente para cada espectador. No creo que Casey forzara ninguna clase de emoción. Nos gustaba la idea de ver nuestra película como un filme-tabloide. ¿Lees los tabloides? Mucha gente lee los cotilleos y les parece divertido, otros los leen y lo consideran un auténtico drama...
¿Tiene usted esperanzas de que la película se entienda mejor en Europa? En Estados Unidos no parece que haya funcionado demasiado bien.
Eres muy generoso con tus palabras, la realidad es que fue un desastre de proporciones realmente históricas... si la gente conociera los números reales se daría cuenta de la hecatombe de la que estamos hablando. Respondiendo a tu pregunta, no estoy seguro de poder decir por qué ciertas cosas funcionan mal en EE UU y bien en Europa o viceversa, así que no sabría muy bien por qué o cómo, espero que funcione, sin más.
Hubo gente que apostó por usted como firme candidato al Oscar.
Solo espero que no perdieran mucho dinero. En serio, tío, nunca me imaginé nada así, hice lo que me apetecía y nada más.
No parece que le afecte mucho quedarse fuera de la terna de los Oscar...
El gran objetivo de cualquier actor o cineasta hoy en día parece ser ir a los Oscar. Eso me resulta desconcertante. Quizás porque soy un idealista creo que la mayoría de películas deberían aspirar a tener una vida, encontrar a su público, conquistarlo, desconcertarlo... que tu aspiración máxima sea ganar un premio o vender muchos dvds me parece descorazonador. Está bien que valoren tu trabajo, es bonito, pero hay muchas más cosas, el cine se merece más.
Confiéselo, David Letterman lo sabía todo desde el principio, ¿verdad?
Siguiente pregunta...
El documental de Joaquin Phoenix era una farsa
El cineasta Casey Affleck admite que 'I'm Still Here', proyectado en la Mostra de Venezia, es un falso documental
EL PAÍS. EFE - Los Angeles - 17/09/2010
El documental I'm Still Here, que narra los intentos del actor Joaquin Phoenix por triunfar en la música y que fue proyectado en la última Mostra de Venezia, es una farsa, según ha confirmado el director Casey Affleck en una entrevista que publica The New York Times .
Affleck, actor que debutó como cineasta con esta producción, admitió que el objetivo era conseguir que la audiencia "creyera que lo que estaba ocurriendo era real", una situación que llegó al extremo con la aparición de un errático Phoenix en el programa de televisión The Late Show With David Letterman. En aquel espacio se pudo ver a un Phoenix con barba poblada, gafas oscuras y distraído que evitaba seguir el juego de la entrevista.
Ya por entonces surgieron los primeros rumores sobre la falsedad del proyecto musical de Phoenix , que había anunciado en 2008 que dejaba el cine para convertirse en estrella de la canción .
"Es una actuación fabulosa, es la interpretación de su carrera", comentó Affleck sobre el trabajo de Phoenix durante los dos últimos años para la realización del falso documental, lo que le llevó a mantener su aspecto desaliñado y comportamiento confuso tanto profesionalmente como en su vida personal.
Para Affleck el objetivo era contar la desintegración de un famoso sin que el espectador tuviera ideas preconcebidas sobre la cinta.
EL PAÍS. EFE - Los Angeles - 17/09/2010
El documental I'm Still Here, que narra los intentos del actor Joaquin Phoenix por triunfar en la música y que fue proyectado en la última Mostra de Venezia, es una farsa, según ha confirmado el director Casey Affleck en una entrevista que publica The New York Times .
Affleck, actor que debutó como cineasta con esta producción, admitió que el objetivo era conseguir que la audiencia "creyera que lo que estaba ocurriendo era real", una situación que llegó al extremo con la aparición de un errático Phoenix en el programa de televisión The Late Show With David Letterman. En aquel espacio se pudo ver a un Phoenix con barba poblada, gafas oscuras y distraído que evitaba seguir el juego de la entrevista.
Ya por entonces surgieron los primeros rumores sobre la falsedad del proyecto musical de Phoenix , que había anunciado en 2008 que dejaba el cine para convertirse en estrella de la canción .
"Es una actuación fabulosa, es la interpretación de su carrera", comentó Affleck sobre el trabajo de Phoenix durante los dos últimos años para la realización del falso documental, lo que le llevó a mantener su aspecto desaliñado y comportamiento confuso tanto profesionalmente como en su vida personal.
Para Affleck el objetivo era contar la desintegración de un famoso sin que el espectador tuviera ideas preconcebidas sobre la cinta.
viernes, 5 de noviembre de 2010
La cámara más invisible
El festival In-Edit rinde homenaje a D. A. Pennebaker y Chris Hegedus, pioneros del cine documental 'vérité'
Helena Belmonte. El País. Barcelona. 05 de noviembre de 2010
Hace una semana que el festival In-Edit llena las salas con documentales recién estrenados o de un año de vida, a lo sumo. Vemos a Brian Eno probando sintetizadores en su estudio, al rapero Lil Wayne tatuándose la poca piel que le queda sin ocupar, un fabuloso retrato de Harry Nilsson y al veterano Tom Zé dando un magistral taller de música. Ahora que el género está en pleno auge, In-Edit aprovecha para homenajear al hombre que lo revolucionó, el norteamericano D. A. Pennebaker (1925), uno de los pioneros del cinema vérité, y a su colaboradora y esposa, Chris Hegedus (1952). Lo hace proyectando algunos de sus filmes más célebres, en los que los elementos narrativos comunes desaparecen para priorizar la cámara en mano. No hay entrevistas, ni guión preestablecido, ni voz en off; solo la cruda realidad.
"Somos como los cámaras de un partido de fútbol. Nos limitamos a observar", explica el octogenario realizador recostado en el sillón de un hotel de Barcelona. "Lo que nos interesa es filmar a personas que toman un riesgo en su vida, da lo mismo que se trate de Bob Dylan, de John Delorean o de un chef", añade Hegedus. "Cuando empecé -continúa- la mayoría de documentales que veía me aburrían, porque todos eran sobre animales o sobre la II Guerra Mundial. Entonces vi lo que hacían Pennebaker, Robert Drew y Albert Maysles y me fascinó. Era como ver una película de Hollywood, con una trama y unos personajes. Me di cuenta de que eso era lo que quería hacer". A finales de la década de 1970 empezó a colaborar con su marido.
Casi tres décadas después, Pennebaker sigue de actualidad. Las entradas para ver Depeche Mode 101 (1988) y Ziggy Stardust and the Spiders from Mars (1973) este domingo están agotadas desde hace días. "Cuando veías a David Bowie, un animal tan sexual en el escenario, era como ver el volcán Etna en erupción. Hay gente que es así y hay que filmarla", explica. Algunas veces es posible y otras no. "Empecé un filme sobre Bobby Kennedy, pero no pude acabarlo porque era demasiado caro viajar con él. También me interesaba Jim Morrisson, pero no encontré el momento adecuado", dice. También le gustaría filmar a Lady Gaga. "Sería interesante observarla, aunque no sería como antes, porque tendríamos que hacerlo en mitad de un barullo de representantes, agentes, músicos... Sería muy duro, aunque luego nadie sería capaz de olvidarla", añade. "En realidad, las películas vienen a nosotros como gatos callejeros, no las solemos ir a buscar", explica.
D. A. Pennebaker, autor del que está considerado el mejor rockumental de la historia, Don't look back (1967), en el que siguió a Bob Dylan durante su gira por Reino Unido en 1965, sigue en plena forma. En mayo, la pareja de realizadores retransmitió en vivo por YouTube a la banda The National y ahora estrenan por primera vez en España (el domingo lo presentan en la Filmoteca de Barcelona) Kings of Pastry, en el que han seguido los pasos del fundador de la Escuela Francesa de Chicago, Jacquy Pfeiffer, para competir con los mejores chefs.
Además de la retrospectiva en In-Edit, la Filmoteca, en colaboración con el festival, celebra un ciclo hasta el domingo en el que se proyectarán otras películas de la pareja, como The War Room, (1993), en la que siguieron a Bill Clinton durante la campaña por las presidenciales de 1992.
viernes, 3 de julio de 2009
La madre de todas las propagandas
La Guerra filmada reune las películas, documentales y noticiarios rodados por las diversas facciones que combatieron en la Guerra Civil
Carlos Prieto. Público. Madrid. 01 de julio de 2009
La Plaza Mayor de Salamanca se viene abajo. Y no es para menos: Francisco Franco y el Embajador alemán Wilhelm von Faupel irrumpen escoltados por la Guardia Mora a caballo. Una multitud enloquecida recibe a los prohombres blandiendo alegremente toda clase de esvásticas. Es posible que los salmantinos también berreen desgañitados "a por ellos, oe" al paso del generalísimo, pero nunca lo sabremos: el único sonido que acompaña a las imágenes es un popurrí de los himnos alemán y español. Sin más comentarios.
El filme Presentación de credenciales del Embajador de Alemania en Salamanca se rodó en 1937 y es una de las 37 películas, documentales y noticiarios incluidos en La Guerra filmada, edición de cuatro DVD del material rodado por las facciones que lucharon en la Guerra Civil que se conservaba en la Filmoteca Española. Las películas se muestran en bruto, sin interpretaciones o montajes posteriores, aunque están precedidas por unos concisos comentarios contextualizadores del historiador Julián Casanova.
"Yo no hablaría de neutralidad porque mi mano está detrás de la selección y de la estructura, aunque la idea es mostrar símplemente cómo se filmó la Guerra en su momento, de ahí el título", explica Casanova, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza.
Los límites del cine militante
La Guerra Filmada es, por tanto, una muestra de propaganda en estado puro. "Los documentales hechos en tiempos de guerra siempre son propagandísticos porque se realizan bajo unas circunstancias extraordinarias", cuenta Casanova. "Se trata de impactar al espectador, convencerle que tus enemigos son malvados y de que tus motivos son justos. Todos los filmes están muy ideologizadas", añade.
Pero la propaganda tiene sus límites. Tanto que, en ocasiones, algunas películas se volvieron contra sus autores por un exceso de ardor guerrero. Pese a que la mayor parte del material incluido en La Guerra Filmada se emitió en TVE en 2006, la edición en DVD se ha retrasado por las reticencias de la CNT a ceder los derechos de algunas de las imágenes filmadas durante la Guerra por el sindicato anarquista.
"Pensaban que se destacaba mucho la violencia durante la revolución social de Barcelona, en lugar de resaltar sus logros. Y es que, el nivel de agresividad verbal anticlerical y las iglesias humeantes que se ven en algunas imágenes todavía impresionan", dice Casanova sobre el filme Reportaje del movimiento revolucionario en Barcelona, rodado al inicio del conflicto por la Oficina de Información y Propaganda de la CNT-FAI.
La controversia sobre sus secuencias, que incluyen las célebres imágenes de una multitud contemplando momias de monjas desenterradas en la entrada de un templo (el locutor del reportaje advierte que los cadáveres momificados presentan huellas de amortajamiento, prueba, dice, de que las monjas eran torturadas por sus propias compañeras) viene de lejos.
El plano de las momias del convento de las Salesas es "una secuencia visual de descomunales resonancias e inagotable circulación. Puede contarse entre las más citadas y pervertidas de toda la historia de la Guerra Civil y acaso de toda la historia de la propaganda. No era necesaria la visión de un profeta para intuir que el enemigo podía organizar una contrapropaganda sumamente eficaz, pues el propio locutor del documental, presa de la euforia, casi se autocalificaba de profanador y sacrílego", explica Vicente Sánchez Biosca, autor del ensayo Cine y Guerra Civil Española (Alianza, 2006).
Dicho y hecho: la cinta cayó en manos de las autoridades alemanas, que la hicieron circular "remontada y en un sentido ideológico condenatorio. La transparencia e inequivocidad de los planos relativos a las momias desenterradas fue causa o excusa para demostrar sobre bases documentadas la persecución religiosa que había tenido lugar en España", añade Biosca. Y las imágenes siguen trayendo cola siete décadas después. "TVE dudo mucho sobre la conveniencia de emitirlas, pero yo era partidario de que primara la libertad de expresión", dice Casanova.
El verbo florido del Caudillo
Con todo, dentro del fervor propagandístico, Casanova diferencia entre filmes que también destacan por su calidad técnica, como España 1936, escrito por Luis Buñuel, y películas tan desatadas en su delirio militante que "parecen de otra galaxia", como la protagonizada por Franco en Salamanca bajo un mar de esvásticas.
La Guerra Filmada contiene todo tipo de ejemplos de propaganda burda, como ese breve filme (Las joyas que se llevaba Negrín) sobre una maleta que supuestamente (y es mucho suponer) fue encontrada por los franquistas en casa del presidente de la República Juan Negrín. El filme sólo muestra a una enigmática mujer de negro que saca bisutería de una maleta mientras una voz en off asegura que se trata de "alajas de valor incalculable robadas a particulares" o "coronas de vírgenes procedentes del saqueo de las iglesias" que Negrín utilizaba para agasajar a sus encantadas amigas.
Pero el broche de oro del humorismo involuntario lo pone el propio generalísimo, en un discurso filmado en su despacho salmantino en 1937. Tras glosar en una barroca parrafada las características de su futuro gobierno (el arranque no tiene desperdicio: "Un Estado totalitario armonizará (sic) en España...), Franco decide de pronto resumir todo lo dicho anteriormente "en una palabra", y en un sobrio ejercicio de contención remata con un escueto: "La semilla de nuestro patriotismo regada con la sangre de tantos mártires hará fecunda la cosecha de la cual las mejores espigas las hemos de depositar en el altar augusto de la patria". Vamos, lo que se dice una palabra.
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